domingo, 15 de marzo de 2015

El poder de la palabra

          Es impresionante la forma en que, cada vez más, se menosprecia el poder y valor de las palabras, es como si los emisores de estas consideraran lo que escriben o lo que sale de sus bocas sin ningún valor. Sin embargo, hace pocos días, un muchacho ciego que solía vivir de lo ganado tocando la armónica a la salida del metro acompañado de su perro lazarillo, terminó suicidándose por el trato vejatorio y las fuertes palabras propinadas por los guardias del metro al sacarlo del lugar. Metro emitió una carta en donde apoyaba el trato de los guardias, sin ningún interés en las fuertes palabras dichas por estos hombres y ni ellos han pedido disculpas por lo ocurrido...las palabras matan, Felipe fue asesinado por el filo de cada letra.
Gran parte de la sociedad de hoy no le da la importancia que requiere a la palabra escrita o hablada, creen que al emitir un improperio pueden camuflarlo con “humor” o que un “piropo cochino” a una menor de edad, una desconocida o una compañera de trabajo son algo por lo cual ellas deban sentirse bien o que una incitación al suicidio no significa nada o que una amenaza no tiene peso. Lamento decirles a muchos que la injuria, el acoso, la incitación al suicidio y las amenazas son delitos penados por la ley, así de importantes son las palabras. Tan importantes son que fue la escritura, el registro de la palabra misma, lo que demarca entre la prehistoria y la historia.

Como guionista esta actitud de las personas me tiene profundamente preocupada, pues he visto el poder de las palabras ser derribado por el desinterés de quienes no son capaces de tomarles el peso. Esto es tanto así que lo he visto en mi labor. Toda forma de arte es importante, pero su dificultad se debe a los límites del medio en que se desarrolla, es decir entre más límites te presente una plataforma más fácil es hacer bien el trabajo, pues las posibilidades de error están demarcadas con claridad, sin embargo la escritura tiene tal libertad que permite mucho, y por lo mismo es más compleja de hacer bien. Inclusive debemos decir que, aunque hay muchas obras de arte que han logrado destacar por si solas no siendo escrituras, la gran mayoría se debe a un contexto escrito y sino real. Una ilustración del Quijote no es nada sin el texto de Cervantes, el Guernica no tiene ningún peso sin su contexto, Watchmen no hubiera sido dado a luz sin Alan Moore, el texto tras lo visto tiene un gran peso, lo cual propicia la significación y admiración de muchas obras. Podríamos cambiar a Gustavo Doré sin mover un ápice del Quijote, podría haber sido otro Guernica y la guerra sería la misma, podríamos cambiar a David Gibbons, pero no sería igual sin Alan Moore. No quiero que se crea ni por menos que otros tipos de arte son “poca cosa” o algo similar, eso simplemente no es así y está totalmente fuera de discusión, sin embargo deseo que se den cuenta, aunque sea por un leve momento, de la importancia de las palabras.
Hoy en día se está menospreciando el valor del trabajo de escritores, poetas y guionistas, permitiendo que obras paupérrimas como “Las 50 sombras de Grey” tengan una mayor importancia que la que en realidad merecen. En nuestro país es peor aún, pues la meritocracia ha sido hace años reemplazada por la pitutocracia, en donde muchas personas que piensan que pueden escribir por haber redactado cartas, creen que pueden ser guionistas, arruinando el medio, y por otra parte múltiples directores, empecinados por seguir sus ilusiones y deseos por encima de entregar verdaderos discursos y buenas historias, deciden hacer sus propios guiones, en ocasiones sin asesoría si quiera, lo que ya es una falta de respeto para esos espectadores que se verán expuestos a esas obras y por tanto para sus colegas también, pues por cada mala producción en Chile todos los demás realizadores deben cargar con ese público molesto que ninguneará toda obra hecha en este país por un buen tiempo. Como una vez un amigo me dijo “Cualquiera puede clavar un clavo en una tabla, cualquiera puede pretender hacer un mueble, pero sólo a un carpintero le quedará bueno y funcional” y así cada clavo es una palabra en el papel, cada mueble una obra de arte única en su especie.
Por años Dios fue el “Gran verbo” pues era el “Hacedor” de todo lo existente...el verbo, un tipo de palabra, era la regente de las vidas de las personas, y quizás sea al renunciar a esa dirección que la palabra se extravió y perdió peso, pero no dejemos que se desperdicie, pues palabras somos y sin ellas no existimos. Y si aún tienen dudas recuerden que hace casi treinta años una palabra cambio el destino de todo Chile, sin importar los cómos ni por qués...No.