Hoy en día nos vemos obligados a vivir en verdaderas
cajas de fósforos, sin privacidad y con sueldos que no son acordes al estándar
básico de vida. En mi caso debo ocupar una lavadora portátil para lavar la
ropa, porque no alcanza el espacio para una normal en mi casa y hay muchos días
en que nos mantenemos en pie comiendo sólo un huevo con pan, un té y nada más...y
eso que no soy clase baja. Quizás a los dueños de los grandes holdings les sea
difícil entender entonces la indignación de los chilenos, pues es horrible ver cómo han jugado con el dinero de todos
los chilenos para hacer crecer más y más sus arcas, mientras el resto de la
gente nos calcinamos en el metro para ir a trabajos en donde nos explotan por
un salario ridículo.
¡Y al fin la justicia llega! Sin embargo estos hombres y
mujeres creen que no han hecho nada malo, justificándose con lo que es el único
valor latente que aún ensalzaban de la dictadura: El haber dado trabajo y “mejorar
la economía”, sin embargo la economía sólo mejoró para ellos, mientras nosotros
nos gastamos casi la mitad del sueldo sólo en pasajes para un transporte
público deleznable... ¡Y más encima estos hombres crearon un sistema de salud y
ahorros en donde pudieran seguir sacando mes a mes dinero del bolsillo de los
chilenos! ¡Hasta cuando con estos seres capaces de vender a sus propias madres
por sus intereses sucios y egoístas!
Al menos la justicia ha llegado al Olimpo (UDI) a manos de un
duro héroe, Juan Manuel Escobar, quien a echo lo que debe hacerse con esta
clase de delincuentes, darles prisión preventiva mientras dure el juicio, y
ojalá otra decena de años más cuando el juicio termine. Sin embargo sigue
siendo indignante que ellos paguen con lujo, con reclusión en sus grandes casas
con servidumbre y asaditos con los amigos, o siendo prisioneros en centros de
reclusión amplios y bien ambientados, mejores que las casas o departamentos de
muchos de nosotros. Esta clase de lacras sociales deberían estar en verdaderas
cárceles, como nos tocaría a cualquiera de nosotros si delinquiéramos, y que
tengan que compartir un baño expuesto, que sufran el hacinamiento y que tengan
que pelear con estoques por un cartón de cigarros. Para que estos seres sepan a
quienes se cagaron deberían estar en
nuestras condiciones, no en una comodidad en donde, lo más terrible, sea no
poder fumarse un puro o tener que ver tele en una de 12’’. Si en este momento
me enfermara y no pudiera pagar el arriendo por un par de meses (ya que trabajo
freelance y enfermarme me significa no recibir ingresos) mi arrendador me
pondría una demanda y, seguramente, terminaría en la cárcel de mujeres, siendo
que no cometí ningún delito violento, pero estos hombres van a una cárcel mucho
mejor que el estándar de la vida de todos los chilenos bajo la misma excusa, la
justicia mínima es que paguen en la misma ley y forma en la que pagamos todos
nosotros (los que finalmente somos verdaderos contribuyentes de este país.)
Y en este punto no creo que sea correcto confundir las
cosas, porque ha sido muy bullada la cortina de humo que trataron de tirar
estos malandrines a través de Dávalos, porque en el fondo él hizo uso de sus
privilegios y es algo totalmente reprobable, por lo cual renunció justamente a
su cargo en el gobierno, pero él no jugó por décadas con el Bolsillo de Chile y
se mantuvo atornillado al poder aún cuando lo pillaron aduciendo a que fue “un
error involuntario”. Y un nombre que particularmente se repite en el caso Penta
y Dávalos es el de Luksic (o al menos en los medios confiables, pues en “ciertos”
medios de comunicación tampoco lo han mencionado), y sin embargo él siempre
brilla por su ausencia, siendo que muchos le han puesto el inquietante nombre
de “dueño de Chile.” Lo peor es que, mientras todo esto pasa, Luksic no sólo no
es puesto en tela de juicio, sino que además aún tiene sin agua a la gente de
Caimanes, sin que a este hombre y su grupo económico le importe la vida de
ningún ser humano fuera de él.
A fin de cuentas somos ganado para estos “líderes”, sin
embargo deberíamos ser nosotros quienes los frenáramos a ellos, se supone que
el país es de sus habitantes y no de un puñado de cuellos y corbatas, pero
mientras sigan existiendo personas que apoyen esta clase de corrupciones y las
validen seguiremos estancados como país. Como siempre espero que algún día las
cosas cambien, pero ahora el futuro
prometedor de Chile es tan falso como las canas de MEO.