Llevaba
tres meses cesante cuando me llamaron de ese trabajo, era uno de medio tiempo,
la paga era insuficiente para mantener a mi familia, pero cualquier cosa
estaría bien ante no tener nada. El trabajo era para un call center, 30 horas
semanales, con la indicación “agendamientos”. La entrevista fue medianamente
caótica, pero nada fuera de lo común. Luego nos llamaron y nos dijeron que
nuestra capacitación sería de cuatro días, me pareció razonable.
El
primer día de capacitación fue un desorden, nos entregaron la información
entre hojas sueltas, nos daban indicaciones incorrectas o cruzadas, aunque seguía siendo parte de lo ordinario en uno de estos tantos centros de llamados. De pronto nos
informaron que la capacitación sólo constaría de ese día y que nos conectábamos
al día siguiente. Caos. Caos. Caos. El común y mal habido desbarajuste propio
de los call center.
Supuestamente
era un call center bancario en el que llamaríamos a la gente para agendar
entregas de tarjetas preaprobadas...tarjetas que las personas nunca pidieron. No
es algo tan malo, sólo que todo dilucidaba que esto era un servicio de ventas
en donde, lo lógico, era que cada uno ganaría comisiones por ventas y que podría ser despedido quien no lograra la meta de venta mínima. Sin
embargo nos dijeron que este era un servicio de agendamiento, por lo cual no
tendríamos comisiones por las ventas realizadas, pero que tendríamos la ventaja de que no perderíamos nuestro trabajo en caso
de no lograr una cantidad de agendamientos mínimo.
Todo
bien hasta aquí. Primer día conectados. Nos sentaron a todos juntos, lejos de
los ejecutivos más antiguos, algo que no es muy habitual en los centros de llamados. Ante la pantalla nos dimos cuenta que nos
enseñaron a hacer funcionar sólo uno de los tres programas que necesitábamos
para operar, por lo cual comenzamos a acercarnos a los más veteranos para pedirles
ayuda, entonces nos enteramos (por la conversación con ellos) de qué estaba ocurriendo realmente: El call center SÍ era de ventas, ellos de hecho recibían comisiones por cada "agendamiento" realizado,
pero al parecer quisieron cambiar la forma de pagar a sus trabajadores, ya que gastaban mucho en comisiones, y
simplemente tomaron la decisión de despedir a todos y contratar a gente nueva
para poder pagarles menos y restar las comisiones reglamentarias; así mismo supimos que, quienes no lograran los agendamientos/ventas mínimos que se requerían, serían retirados de la plataforma y despedidos de la empresa.
Es decir, era un call center de ventas camuflado para que pareciera otra cosa, en el cual tendríamos todas las obligaciones de los vendedores sin ninguno de los beneficios y, lo peor, es que habían despedido a toda la gente de la plataforma para ahorrarse un poco
de dinero y habían contratado a toda una camada nueva que tendría que aceptar estas condiciones paupérrimas, aunque todos los despedidos cumplían con lo necesario para continuar allí, realmente no había razones para desvincularlos, simplemente la avaricia de sus jefes.
Me
retiré antes de terminar la jornada, no quise ser parte de esa estafa. Cuando salí del edificio tenía una pesada sensación de molestia, pues
estar ahí, viendo como simplemente manipulan a las personas como números nada
más, era horroroso. Me di cuenta que una simple palabra en un contrato puede significar tanto para los que somos nada más que obreros, y que quienes creen estar por sobre nosotros se creen con derecho a tratarnos como basura, eso me causó una repulsión tremenda. Me pareció humillante ese
total desinterés en las personas y, lo que es más, muchos de ellos
profesionales que nunca tuvieron la más mínima oportunidad de ejercer en lo que
estudiaron por no tener los medios económicos, por no haber nacido en una posición más acomodada. Hemos creado una sociedad fracturada, incapaz de sustentarse a sí
misma, que lidia con su mayor carga, la existencia del dinero, que es el mayor freno a nuestra evolución como sociedad. Tengo una pena
tremenda en este momento por ver cómo nos conducimos sin rumbo, porque vamos
más preocupados de qué auto conducimos que hacia dónde vamos. Y no me mal entiendan, esto no fue por la sorpresa de cómo funcionan estos lugares, tengo bastante tiempo de experiencia en call centers y otros puestos de atención al cliente como para juzgarlos y ser capaz de decir que son inhumanos e insostenibles para sus trabajadores.
El
día de hoy no quise ser parte del dolo contra esos trabajadores,
no quise ser parte del problema, responsable de este y víctima del mismo,
porque la dignidad y el honor valen más de lo que nosotros mismos creemos. Hoy, con mis problemas económicos a cuestas, preferí seguir buscando en vez de quedarme con ese puesto, cadáver estático y
tumba fría que guarda la experiencia de quien simplemente es una cifra más para
una empresa a la que le importa un retruécanos quienes llenan sus arcas.
Y
es que los call center son un monstruo muy especial, por una parte cumplen de forma aberrante lo que algunas vez Umberto Eco consideró la única forma de
entregar un mensaje y que los interlocutores lo entiendan a cabalidad, entrando
a su casa sin entrar a ella, a través de la conversación telefónica (aunque más
bien tendríamos que entrar a la mente de las personas para que esto se hiciera
realmente posible, porque aún en estas condiciones todos entienden lo que
quieren o lo que pueden, quienes han trabajado en esto me comprenderán); y por otra parte exponiendo a sus obreros, cifras
desechables para las empresas, a cuanto improperio existe, y es que si le pones una macana a un
ejecutivo de call center ya se convierte en “paco” en protesta o ponle un poco
de cuero y es manubrio de taxista. La cantidad de veces que a mis compañeros o
a mí nos insultaron o nos amenazaron porque hubo un problema con el sistema o a la empresa le importaba un carajo su cliente, o inclusive la cantidad de pesadas bromas telefónicas que incluyeron amenazas de golpizas, violacines y/o muerte son incontables, llegando a la conclusión de que el sueldo simplemente no da para aguantar tanto. Lo que es más, las malas
condiciones laborales en donde siempre te usan de muñeco de pruebas o te pasan a
llevar es mucho más de lo que cualquiera pudiera aguantar.
Quisiera
ver a algún cirujano plástico, un doctor en "lo que venga" o un apitutado político, o uno de esos
artistas al peo que se creen importantes porque tienen plata o son hijos de un
artista realmente importante, aguantar una semana recibiendo el mierdal humano
que llega por la cañería telefónica, pero eso simplemente no va a pasar porque
son ellos los que lanzan esa mierda y nosotros, los más pobres (con o sin
títulos o grados académicos), somos los que hacemos de baño de ellos. Es una
confabulación siniestra en la que las empresas tienen a sus trabajadores en
pésimas condiciones y, a su vez, quienes llaman creen que tienen derecho a
insultar a una persona que trabaja en un puesto como ese, como lo hace cualquier otro (similar a lo que piensa un hombre que contrata a una prostituta para usarla de saco de boxeo). Basta de
engaños y mentiras sobre lo que somos como sociedad, los que estamos con el
cintillo frente a la computadora somos quienes oímos su verdadera voz, en donde
no les importa nada, sólo ellos mismos y no guardan el más mínimo respeto por nadie.
Hoy
vi una injusticia y levanté mi voz, no pudiendo hacer nada me retiré y estoy orgullosa
de los que podemos hacer eso, porque reparar la sociedad depende de eso. El que
crea que no es así, que espere en línea...